Ante un nuevo crimen que enluta a la nación mexicana, con el hallazgo del cuerpo sin vida del P. Gregorio López Gorostieta, vibran con profunda emoción las palabras del Papa en el rezo del Ángelus, en la fiesta de san Esteban, primer mártir de la Iglesia, recordando que, en las pruebas aceptadas a causa de la fe en Cristo, la violencia y la muerte son derrotadas. Haciendo hincapié en el testimonio de san Esteban y su diaconía de la caridad, en el servicio a los pobres, a los huérfanos, a las viudas, el Obispo de Roma, destacó que con su martirio, Esteban honra la venida al mundo del Rey de reyes, da testimonio de Él, y ofrece como don su misma vida, en el servicio a los más necesitados. Y así muestra cómo vivir en plenitud el misterio de la Navidad:
«El Evangelio de esta fiesta recuerda una parte de las palabras de Jesús a sus discípulos en el momento en que los envía en misión. Dice, entre otras cosas: ‘Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará’ (Mt 10,22). Estas palabras del Señor no turban la celebración de la Navidad, sino que la despojan del falso revestimiento empalagoso que no le pertenece. Nos hacen comprender que en las pruebas aceptadas a causa de la fe, la violencia es derrotada por el amor, la muerte por la vida».
¡Basta ya! No queremos más sangre. No queremos más muertes. No queremos más desparecidos.
La Conferencia Episcopal de México hizo público un comunicado al conocer la triste noticia de la muerte del sacerdote Gregorio López Gorostieta, que había sido secuestrado el pasado 21 de diciembre.
«Los obispos de México nos unimos a la pena que embarga a S.E. Mons. Maximino Martínez Miranda, a la Diócesis de Ciudad Altamirano, al Seminario Mayor “La Anunciación” y a la familia López Gorostieta por el sensible fallecimiento del P. Gregorio López Gorostieta, quien perdiera la vida de forma injusta y violenta», escriben los prelados, que «confiados en la vida nueva y eterna que Dios nos ofrece en Jesús, nacido en Belén para salvarnos», piden «al Señor que conceda al P. Gregorio el eterno descanso y fortalezca con la esperanza cristiana a sus familiares, a los seminaristas, a los formadores, a S.E. Mons. Maximino y a toda la Iglesia que peregrina en Ciudad Altamirano».
Haciéndose «eco del sentir de muchos mexicanos», repiten: «¡Basta ya! No queremos más sangre. No queremos más muertes. No queremos más desparecidos. Exigimos a las autoridades el esclarecimiento de éste y de los demás crímenes que han provocado dolor en tantos hogares de nuestra patria, y que se castigue conforme al derecho a los culpables».
Invocando la intercesión de Santa María de Guadalupe, los Obispos de México renuevan su invitación «a unirnos para pedir a Dios por la conversión de todos los mexicanos, especialmente de quienes olvidan que somos hermanos y provocan sufrimiento y muerte, y para que todos nos comprometamos a ser agentes en la construcción de un México justo, reconciliado y en paz».
(CdM – RV)