María concebida sin pecado original no tiene ningún miedo ante Dios. Su relación con Él es pura y sin dudas. María tiene confianza en el amor de Dios. El “sí” dicho a Dios es una entrega total a Él. Su estado de alma expresa el “Magníficat” en el que abre su corazón y muestra sus pensamientos, porque se siente segura y confía en Dios.